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Para leer a los tíos incómodos: El rosario también viene en arcoíris y pañuelos verdes (Parte I)

  • Foto del escritor: Andy
    Andy
  • 30 dic 2018
  • 12 Min. de lectura

Actualizado: 31 dic 2018

Yo soy célibe. Eso significa que yo he renunciado a tener hijos. Yo entiendo que la sexualidad es mucho más profunda que solamente un instrumento de reproducción. A mí los homosexuales, las lesbianas me están diciendo que la sexualidad es mucho más profunda todavía que la de un hombre y un mujer.


Diciembre llega y trae consigo como todos los años una serie de lugares comunes que, a pesar de ser bien conocidos y recurrentes, provocan (a veces al mismo tiempo) nuestra alegría, nostalgia y hartazgo: la retransmisión de Mi pobre angelito y de alguna(s) de las múltiples adaptaciones cinematográficas del Cuento de Navidad, de Dickens, en la televisión abierta; el ponche, ya sea con piquete o sin piquete; los adornos de luces e inflables más inconcebibles engalanando las fachadas de los vecinos (la Navidad no juzga, más bien potencia el kitsch mexicano). Recordando el más puro estilo de “Every breath you take”, de la banda The Police, el Santa más voyerista llega a la ciudad para observarnos mientras dormimos, mirarnos al despertar y confeccionarnos con los colores blanco y rojo los objetos más diversos, desde los típicos gorros en forma de cono coronados con una bolita blanca al final, hasta lencería rematada con escarcha blanca en las costuras. No podemos ocultarnos de él, ya que siempre nos verá.

Entre los tradicionales (e inevitables) compromisos sociales de esta época, se encuentran eventos tan distintos como los intercambios con los amigos y compañeros del trabajo, la posada de la oficina (con la posibilidad de ganar algún electrodoméstico en la rifa) y las cenas de navidad y año nuevo con toda la familia. Las reuniones con la parentela presentan año con año sentimientos contradictorios, ganas de pasar un buen rato con nuestros seres queridos y deseos de inventar un buen pretexto para no ver al familiar impertinente que nos importunará con preguntas u opiniones desagradables.

Bien dicta la etiqueta popular que de política y religión es mejor no hablar; sin embargo, en un año en el que el debate por la legalización del aborto en Argentina, el triunfo de Obrador en las contiendas electorales de nuestro país y la participación de Ángela Ponce representando a España en Miss Universo convirtieron a todos en expertos comentadores de política, derechos reproductivos y diversidad sexual, no habrá más remedio que participar en conversaciones alrededor de temas “escabrosos” que levantarán las airadas protestas de la miembros más conservadores de nuestra familia. En este sentido, el lector puede elegir entre dos actitudes: hacer caso al Manual de Carreño fingiendo indiferencia o, simplemente, simulando una escucha atenta a los comentarios del tío en turno que da cátedra de moralidad, o bien, ser el alma de la fiesta y darle a todos sus primos un debate del que jamás puedan olvidarse. El propósito de este artículo consiste en mostrar que dentro de la propia Iglesia la aceptación de temas como el matrimonio homosexual, la adopción homoparental y el derecho al aborto no constituyen cuestiones cerradas al debate, la discrepancia o la franca discusión. Aclaro también que este texto constituye la primera parte de dos entradas en las que trataré estos asuntos, por lo que en esta ocasión me enfocaré, principalmente, en la diversidad sexual.

Cuando se trata de enmascarar y defender posturas machistas y homofóbicas, el discurso de la religión y la Iglesia católica continúan ejerciendo una importante influencia en los argumentos de los mexicanos al debatir en materia de diversidad sexual y derechos reproductivos. En varias latitudes y momentos históricos, la voz hegemónica de la Iglesia se ha manifestado en contra de las libertades y los derechos civiles de la comunidad LGBT+, además de encabezar organizaciones y manifestaciones encaminadas a impedir la legalización del aborto. Por mencionar algunos ejemplos en la historia reciente de esta institución con siglos de existencia, el Catecismo de la Iglesia católica, publicado por primera vez en latín en 1997, define la homosexualidad como una depravación grave, contraria a la ley natural. Aunque el discurso parece suavizarse cuando describe la actitud católica que se debe adoptar al tratar a estas personas: “deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”; los actos homosexuales no dejan de ser caracterizados como una tendencia “transitoria o a lo menos no incurable”, que “son por su intrínseca naturaleza desordenados y que no pueden recibir aprobación en ningún caso”.

Si bien la Iglesia no utiliza de manera explícita términos como “enfermedad” o “patología” para definir la homosexualidad, la institución genera una idea cercana de esta orientación a estos conceptos en el momento de caracterizarla como actos y sentimientos contra natura, una condición desordenada y temporal que puede ser superada. La Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, texto publicado en 1975 y que constituye una de las fuentes citadas por el Catecismo de la Iglesia Católica, clasifica la homosexualidad como “transitoria o a lo menos no incurable”, admitiendo que también existen personas “que son irremediablemente tales por una especie de instinto innato o de constitución patológica que se tiene por incurable”, por lo que se concluye invitándolas a la castidad.

Tanto la Declaración como el Catecismo parecen ignorar que en 1973 la Asociación Americana de Psiquiatría quitó la homosexualidad de su “Manual de Diagnóstico de los trastornos mentales”, acción que conllevaría a que la Organización Mundial de la Salud tomase una decisión similar en 1990. En el caso de España, estos hechos tuvieron un importante peso en la opinión pública en el año 2005, momento en el que se propuso un proyecto de ley para modificar el Código Civil en materia de matrimonio igualitario y adopción homoparental. El psiquiatra Aquilino Polaino Lorente[1], director del Departamento de Psicología de la Universidad San Pablo-CEU, institución académica católica con sede en Madrid, declaró ante el senado argumentando que la homosexualidad era un trastorno emotivo que, generalmente, tenía su origen en antecedentes de abuso sexual durante la infancia. Las declaraciones de Polaino fueron, por supuesto, denostadas por importantes instituciones de la comunidad científica española, como la Sociedad Española de Psiquiatría.

La postura hegemónica de la Iglesia continúa siendo la registrada en el Catecismo, es decir, la homosexualidad se comprende como una inclinación “objetivamente desordenada”, frase a la que siguen recurriendo diferentes figuras de la Iglesia para justificar su postura en contra de las reivindicaciones sociales de la comunidad LGBT+. A pesar de esto, en el clima religioso han surgido distintas figuras y fenómenos que han puesto en tela de juicio la posición oficial de la comunidad católica frente la diversidad sexual, ya sea como pertenecientes a la propia jerarquía eclesiástica, o bien, como creyentes que, abanderando su fe, han defendido y luchado por este tipo de causas.


El sucesor de San Pedro



No es secreto que la elección del primer Papa de origen latinoamericano en la historia del Vaticano renovó la esperanza de varios de los sectores progresistas de la fe católica. En más de una ocasión se ha señalado la cercanía que la labor pastoral del Papa Francisco ha tenido con la Teología de la Liberación, una corriente del pensamiento teológico católico que surgió en América Latina a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta[2]. Esta teología tiene como directriz la opción preferencial por los pobres, concepto que entiende la praxis eclesiástica como una proclamación de la justicia en el terreno social, político y económico para los sectores más desprotegidos de la población. El pensamiento de estos teólogos no tardó en volcarse a la reflexión y el análisis de la negritud, el indigenismo e, incluso, el feminismo.

Aunque el Papa Francisco nunca se ha adscrito abiertamente a esta corriente teológica, su simpatía hacia ésta se ha manifestado en varios momentos de su ejercicio eclesiástico. Como arzobispo en Argentina, el aquel entonces Jorge Mario Bergoglio dio muestras de humildad al viajar siempre en el transporte público y elegir un pequeño apartamento para vivir en lugar del Palacio Arzobispal. Desde los inicios de su papado, Bergoglio afirmó que buscaría construir una Iglesia pobre para los pobres. En su visita a México, el papa visitó la tumba de Samuel Ruiz, el obispo de Chiapas que abrazó la teología de la liberación y que fue denostado por los altos mandos de la Iglesia mexicana, pues en el transcurso su pastoral indígena el sacerdote respaldó diversas luchas que buscaron frenar el despojo de tierras y los cacicazgos en Chiapas. El Vaticano, incluso, llegó a prohibirle a Ruiz la formación de diáconos y catequistas indígenas[3]. La visita Bergoglio a la tumba del obispo chiapaneco reivindicó el ejercicio sacerdotal de Ruiz y reconoció la necesidad de una labor pastoral que atendiera las necesidades indígenas.

A pesar de los buenos gestos llevados a cabo por el papa Francisco, cabe destacar que su postura ante otro grupo que se ha visto oprimido históricamente por su institución, la comunidad LGBT+, se ha caracterizado por la ambigüedad, por el vaivén entre declaraciones que parecen apuntar a una mayor apertura y una estado general de cosas que continúa por el mismo camino. Durante su tiempo como arzobispo, Bergoglio se opuso al proyecto legislativo para instaurar el matrimonio civil igualitario en Argentina; en cambio, se mostró a favor de impulsar el concepto de “unión civil”. Investido ya con el cargo papal, las afirmaciones de Francisco han oscilado entre una mayor comprensión y la repetición de discursos conservadores: en el 2013, declaró que “Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?" (BBC, 2013); en 2016 se expresó en contra de la enseñanza de la teoría de género en las escuelas, “Es contra natura […] Una cosa es cuando alguien tiene esa tendencia y otra es cuando se enseña en los colegios […] Para cambiar la mentalidad, le llamo a esto colonización ideológica” (citado en Newsome, 2016).

En este año que concluye, nuevamente sus gestos fueron contradictorios: a la pregunta de qué le aconsejaría a un padre que tuviese un hijo homosexual, respondió manifestando una actitud comprensiva: “Yo diría primero que ore, rece, que no condene, que dialogue, que entienda, que deje espacio al hijo y a la hija, que deje espacio para que se expresen”, pero continuó diciendo que si estas preferencias se manifestaban desde la infancia se podían hacer muchas cosas a través de la psiquiatría para ver cómo eran las cosas, palabras que sospechosamente recuerdan a la idea de la curación. El 2018 también fue el año en el que el papa visitó Chile y conversó con Juan Carlos Cruz, creyente que, en su niñez, sufrió abuso sexual a manos de un sacerdote chileno y que padeció intentos de descrédito por parte de la iglesia chilena debido a su homosexualidad. Cruz afirmó que, en su conversación con el Papa, éste le había dicho: “Sabes, Juan Carlos, eso no importa. Dios te hizo así. Dios te ama así. El Papa te ama así y debes amarte y no preocuparte de lo que dice la gente” (citado en Gallagher, 2018).

Sin caer en un optimismo excesivo, considero que el Papa Francisco ha dado muestras de una comprensión y apertura mayores a las de sus predecesores. Cabe destacar que, aunque sea la cabeza de la Iglesia, el argentino se enfrenta a la influencia y la presión de sectores opositores de mucho poder dentro de la estructura eclesiástica. El apoyo que ofrezcan los grupos y personajes más progresistas del catolicismo funcionará como un elemento clave para determinar la evolución de la postura papal.


Sotanas con orgullo

Por un lado, el rechazo sistemático de la jerarquía eclesiástica a la diversidad sexual ha provocado la deserción de múltiples creyentes, pertenecientes a la comunidad LGBT+ o aliados de ésta. Por otro lado, esta marginalidad también ha dado espacio a otros tipos de reflexión teológica y alternativas de religiosidad popular: “la utilización de un santo o una Virgen por un grupo en específico es muy común dentro de la religiosidad popular, modifica su contenido religioso e institucional y se lo apropia de acuerdo con sus construcciones, que siempre corresponden a necesidades específicas” (Rivas García, 2015: 82). Sin embargo, dentro de la propia Iglesia se han levantado varias voces para brindar su respaldo a varias de las luchas civiles de la diversidad.



En una entrevista, el sacerdote brasileño y teólogo de la liberación Leonardo Boff fue cuestionado sobre el caso de una niña de 10 años embarazada por una violación, en Paraguay, situación en la que la Iglesia se opuso al aborto: “El obispo local o la iglesia local pueden hacer eso porque hacen deducciones: no se puede cometer aborto porque importan las personas. Eso es abstracto” (citado en Lissardy, 2015). En ocasiones anteriores, Boff ha expresado su desacuerdo con el aborto, pero ha sido claro al atajar que la Iglesia no debe interferir en los procesos legislativos que busquen despenalizarlo. Entusiasta del Papa Francisco, el brasileño comentó que

Él va abrir una gran discusión en la Iglesia sobre el tema del divorcio y de los homosexuales, sobre la moral sexual cristiana, que es muy rigorosa y estricta y en algunos casos, es criminal. Por ejemplo, predicar en África que es un pecado usar condones, en lugares donde la mitad de la población sufre de SIDA, es cometer un crimen contra la humanidad. Eso fue lo que el Papa Benedicto XVI dijo en varias ocasiones. Creo que Francisco es más que un Papa, es un proyecto de mundo, un proyecto de Iglesia, él se da cuenta de que la humanidad es una, está en riesgo y que tenemos que unirnos para superar la crisis.
Creo que la grandeza de este Papa no será definir las cosas, pero sí dejar que se discutan.

En Chile, el sacerdote jesuita Felipe Berríos ha llevado su respaldo a la diversidad sexual a un nivel más contundente al afirmar que

Yo soy célibe. Eso significa que yo he renunciado a tener hijos. Yo entiendo que la sexualidad es mucho más profunda que solamente un instrumento de reproducción. A mí los homosexuales, las lesbianas me están diciendo que la sexualidad es mucho más profunda todavía que la de un hombre y un mujer. Me están ampliando mi visión de la sexualidad. Me están haciendo mucho más humano (Movilh, 2014).

Sobre la comunidad transgénero, Barríos también ha sido claro:

Tenemos que crecer en nuestra visión sobre la homosexualidad, sobre las personas transgénero. Todavía tenemos muy metido en el subconsciente que estas cosas son malas, que son algo así como deformaciones. En eso tenemos que crecer. Se necesita tener un cambio cultural y darnos cuenta que son verdades y que, por mucho que haya un bus dando vuelta por una ciudad, es una verdad que existen niños transgénero y que tenemos que saber acogerlos (Mardones, 2017).

Estas palabras fueron enunciadas por Felipe Berríos respecto al “Bus de la libertad”, un autobús que mostraba diversas frases homofóbicas y transfóbicas. El vehículo recorrió kilómetros en Chile y fue responsabilidad de las organizaciones CitizenGo, Padres Objetores de Chile y el Observatorio Legislativos Cristiano.

Los creyentes católicos más conservadores se han encargado de mantener y reproducir la imagen de una Iglesia en la que la diversidad sexual, la lucha por los derechos civiles de la población LGBT+ y la educación sexual constituyen temas ya zanjados, preguntas que han encontrado una respuesta inapelable que proviene de una reflexión en temas espirituales y teológicos que está más allá de los llamados históricos de las revoluciones sociales. Como se ha visto, esta imagen tan unívoca del discurso eclesiástico proviene más bien de organizaciones y figuras conservadoras que la refuerzan o, incluso, de grupos de oposición que han emprendido una crítica simplista que ha invisibilizado el debate dentro de la propia Iglesia.



Este artículo tendrá una segunda parte en el que trataremos con mayor profundidad la aceptación del derecho al aborto por parte de varias figuras y organizaciones de corte católico. Además, procuraremos analizar también el progresismo católico en el contexto específico de México.



Bibliografía

Barranco V., B. (2016). “Francisco ante la teología de la liberación”. La Jornada. Disponible en https://www.jornada.com.mx/2016/01/27/opinion/016a1pol. Consultado en diciembre de 2018.

Berryman, P. (s.f.). Teología de la Liberación. Los hechos esenciales en torno al movimiento revolucionario en América Latina y otros lugares. Disponible en https://www.ensayistas.org/critica/liberacion/berryman/introd.htm. Consultado en diciembre de 2017.

Boff, L. (1992). Iglesia: Carisma y poder. Santander: Sal Terrae.

“Castidad y homosexualidad” [s.f.], en Catecismo de la Iglesia Católica. Disponible en http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s2c2a6_sp.html#II%20La%20vocaci%C3%B3n%20a%20la%20castidad. Consultado en diciembre de 2018.

Declaración de ciertas cuestiones de ética sexual (1975). Disponible en http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19751229_persona-humana_sp.html. Consultado en diciembre de 2018.

Gallagher, D. (2018). “El papa Francisco a un hombre gay: Dios te hizo así y te ama así”. CNN. Disponible en: https://cnnespanol.cnn.com/2018/05/21/el-papa-francisco-a-un-hombre-gay-dios-te-hizo-asi-y-te-ama-asi/. Consultado en diciembre de 2018.

Lissardy, G. “Leonardo Boff, teólogo de la liberación, sobre el Papa y el aborto: «Una vez abierta la puerta, ya no se cierra»”. BBC. Disponible en https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/09/150901_brasil_iglesia_leonardo_boff_entrevista_gl. Consultado en diciembre de 2018.

Mardones, C. (2017). “Felipe Berríos: «Los niños transgénero son una realidad, no invento de los padres»”. La Tercera. Disponible en https://www.latercera.com/noticia/felipe-berrios-los-ninos-transgenero-una-realidad-no-invento-los-padres/. Consultado en diciembre de 2018.

Nájar, A. (2016). “¿Quién es Samuel Ruiz, el controvertido obispo reivindicado por el papa Francisco en México?”, BBC. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/02/160216_samuel_ruiz_chiapas_mexico_papa_francisco_an. Consultado en diciembre de 2018.

Newsome, J. (2016). “Papa Francisco pide no enseñar identidad de género en las escuelas”, CNN. Disponible en https://cnnespanol.cnn.com/2016/10/03/papa-francisco-pide-no-ensenar-identidad-de-genero-en-las-escuelas/. Consultado en diciembre de 2018.

Penelli, S. D. (s. f.). “Bergoglio está contra el matrimonio «matrimonio» igualitario, pero a favor de una «unión civil» ¿?”. Católicos Alerta. Disponible en http://www.catolicosalerta.com.ar/bergoglio/homosexualidad.html. Consultado en diciembre de 2018.

“Sacerdote Felipe Berríos: «¿Por qué los homosexuales nopueden casarse? ¡Basta ya!»” (2014) Movilh. Disponible en: http://www.movilh.cl/sacerdote-berrios-por-que-los-homosexuale-no-pueden-casarse-basta-ya/. Consultado en diciembre de 2018.

“Yo soy del movimiento de Jesús” (2014). Pensamiento Crítico. Disponible en: http://www.pensamientocritico.info/index.php/articulos/otros-autores/espanol/328-yo-soy-del-movimiento-de-jesus. Consultado en diciembre de 2018.

[1] Aquilino Polaino incluso ha sido acusado por antiguos pacientes de intentar curarlos de su homosexualidad mediante distintas terapias.


[2] En el contexto internacional, el Concilio Vaticano II, llevado a cabo entre 1962 y 1965, con su carácter reformador –el documento completo del Concilio, el decreto sobre el culto de 1963, dio fin a la misa en latín que había sido la norma durante quince siglos– sentó las bases para la creación de una teología latinoamericana menos dependiente del pensamiento europeo y más pendiente de su propio contexto socioeconómico y político. Específicamente en lo que se refiere a América Latina, en 1968, tuvo lugar la segunda reunión plenaria del Consejo Episcopal Latinoamericano en Medellín, Colombia:

Uno de los consultores en Medellín fue el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, cuya mano puede percibirse especialmente en el documento sobre la pobreza en la Iglesia. Pocas semanas antes de la reunión de obispos, Gutiérrez bosquejó una «teología de la liberación» en una charla en el puerto pesquero de Chimbote, Perú. Esa ocasión puede ser la primera en que se usó la expresión en América Latina (Berryman, s.f.).

A partir de Medellín, los teólogos latinoamericanos profundizan cada vez más en la diferencia que existe entre las preocupaciones de la teología europea y la del denominado Tercer Mundo.


[3] Durante el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el gobierno acusó al religioso de respaldar el movimiento armado. Sin embargo, el obispo fue una de las figuras más importantes para entablar los diálogos entre el Estado y los zapatistas que culminarían en los denominados Acuerdos de San Andrés Larráinzar.

 
 
 

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