top of page

BIENVENID@S

Advierta cada cual que ha mirado, /que es otro yo, si vive afeminado

  • Foto del escritor: Ezra
    Ezra
  • 23 ene 2019
  • 2 Min. de lectura

Recorremos con escrutinio la figura de la mujer barbuda de Peñaranda buscando algo que delate su temperamento demoníaco, su anatomía de leyenda.


Esta mujer-monstruo, con su sola presencia destroza la homogeneidad aparente de las formas naturales. Es dos veces perversa y anormal: por su condición de mujer y por su rostro hirsuto, ya que el hombre se ha impuesto como norma, y a lo femenino se le ha prohibido compartir ciertos caracteres con lo masculino.

Brígida del Río nació en un mundo donde no hay belleza pilosa o ambigüa, su cuerpo es una mezcla de cuerpos donde aquella virilidad inapropiada es marca flagrante de lujuria. Así la retrata uno de los Emblemas moralesde Sebastián Covarrubias:

“…Soy varón, soy mujer, soy un tercero,
Que no es uno, ni otro, ni está claro
[…]
Me tienen porsiniestro y mal agüero,
Advierta cada cual que ha mirado,
Que es otro yo, si vive afeminado” (329).

Pero Juan Sánchez Cotán no pinta a Brígida en silencio. Debajo de su postura reposada la mujer- monstruo sutilmente replica al espectador con una mirada directa que muestra las propias deformaciones de lo convencional.

Ni maligna, ni enferma, Brígida es un prodigio, por eso ha merecido la atención del pintor toledano y de la corte de Felipe II, pero acaso por las razones equivocadas. El retrato que hoy la enaltece ya no se antoja como una muestra de lo excepcional y lo maravilloso, sino que se abre como una puerta a la revaloración de las posibilidades humanas y la belleza que nunca nos permitimos, pero siempre nos ha deslumbrado.


“La belleza se caracteriza precisamente por su diferencia con lo normal y por su excepcionalidad. Lo que es bello en una representación artística del cuerpo humano no se adhiere a una formula única” (Michael Kimmelman).
 
 
 

Comments


bottom of page